La felicidad verdadera.

Cuando era niña, pensaba que ser adulto y tener la mayoría de las cosas que tenían las actrices en la televisión y además una familia estable, era alcanzar el culmen de la felicidad. A mi alrededor creo que muchos pensábamos lo mismo. Que equivocados estabamos.
Luego crecí, crecimos, y comenzamos a cumplir cada una de las metas trazadas, una carrera, una maestría, un trabajo, una boda, una casa, un carro del año, una familia. 
Felicidades momentáneas, que si bien nos ponen alegres, sigue faltando algo, siempre sigue faltando algo.
Tengo 31 años, a unos meses de cumplir 32, muchos de mis amigos y conocidos están por la misma edad, ya paso la época del cuando sea grande, cuando termine mi carrera, cuando me paguen 30 mil pesos al mes, cuando vaya a Europa, cuando tenga una casa. Ya somos grandes, ya tenemos muchas de las cosas que soñamos, pero falta algo, sigue faltando algo. 
Veo a mi alrededor gente exitosa, con un excelente empleo y con muchas cosas que agradecer, y aun así con un vacio que siempre se intenta llenar con dinero, con personas, con viajes, cosas que en sí mismas son muy buenas pero que no llenan el vacio totalmente y no nos dejan cien por ciento satisfechos. ¿Por qué sera? ¿Qué nos falta?
Personalmente he encontrado una respuesta que le ha dado el sentido completo a mi vida. 
Fuimos hechos por Dios, él nos creó, y el plan A, era que viviéramos en completa armonía con Él, en el amor. Completamente llenos, porque lo amábamos por sobre todas las cosas a Él. Pero el plan fallo, por la libertad otorgada, el hombre prefirió otros caminos, nuestros propios caminos, y nos perdimos. Nos olvidamos que no solo somos personas con un cuerpo carnal, sino con un espíritu, igual de real que la carne, con la misma necesidad de ser alimentado, de ser cuidado, de ser atendido. Y de ahí, de olvidar que no solo somos seres materiales sino también seres espirituales, y que nuestro primer fin es amar a Dios, vienen nuestras depresiones, nuestras tristezas, nuestras ansiedades y nuestros vacios.
Obviamente no nos damos cuenta, creemos que es la suerte que nos ha tocado vivir, que son las personas que me han fallado, que son las cosas que me han faltado. 
La felicidad es un don de Dios, es un regalo que nos otorga cuando decidimos caminar con Él. El vacio que nunca se llena, solo se puede llenar con Él. 
Nosotros solo somos capaces de lograr felicidad momentánea, Él es la felicidad eterna. 
Ni todo el dinero, ni todo el poder, ni todo el placer, nada lo llenará. Solo Él.
Yo lo he experimentado en mi vida, y no, no quiero decir que jamás me pongo triste y que siempre estoy alegre, va mucho más allá de eso, es una paz y una seguridad en medio de los problemas, de la enfermedad, de las carencias. 
El plan A fallo por nuestra culpa, pero Dios creo un plan B llamado Jesús. Y es para todos, para ti que buscas y no has encontrado, para ti que tienes todo pero aún así te falta algo.
Esta ahí adentro, en tu corazón. Búscalo y lo encontraras. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Que hacer cuándo no sabes que hacer.

de moda y otras perversiones

Te amo México!