Mi historia de amor verdadero. Gerardo y Ofelia.

Gerardo y yo no debimos de habernos conocido, pero por situaciones extraordinarias lo hicimos. Desde el primer momento supe que era algo especial y pasando los meses me daba la sensación de que iba a ser para siempre.
En mi vida nada se ha presentado sencillo, y no podía ser la excepción mi noviazgo.
 Cuando empezamos a ser novios nos veíamos solo los fines de semana por cuestiones escolares, él no tenia carro y las condiciones de transporte en la ciudad eran pésimas, por lo que caminaba más de 40 minutos para llegar a mi casa y 40 minutos de regreso para llegar a la de él. No había excusas, desde ahí nos íbamos demostrando que para el amor verdadero, no hay nada imposible.
Cumplimos dos años de novios y tuvo que abandonar la ciudad dónde vivíamos para hacer su servicio social medico, a 500 km de distancia, en un ejido alejado de toda civilización, no había señal de nada, ni de Internet, ni de celular. Hablamos 5 minutos cada tres días, por un teléfono que servia de comunicación para todo el pueblo. Fue difícil, yo lloraba y me desesperaba, pero no me cabía  la posibilidad de separarme de él, tenemos que aguantar, esto no es para siempre, me decía él.
Y paso el tiempo y las cosas no mejoraron pero el amor creció, y no nos separamos, a pesar de que el noviazgo a distancia se prolongo por 4 años más hasta que nos casamos. A pesar del matrimonio, no estuvimos juntos, 1 año más paso para que yo me fuera a vivir a la misma ciudad que él.
Hoy las cosas son más difíciles que nunca, el realiza una residencia medica que la absorbe la mayor parte de su tiempo, los dos decidimos estudiar posgrados y la vida de estudiantes casados es muy complicada por el tiempo y el dinero.
Ayer en la noche, antes de dormirnos hablábamos sobre el pasado, sobre nuestros inicios, y me dijo: si hubieras sabido lo difícil que seria, si se te hubiera presentada una visión del futuro, seguro dirías que no. Lo pensé por un momento, pero me di cuenta que cada día ha valido la pena y se lo dije.
Encontrarse con el amor de la vida es tan complicado en estos tiempos, de prisas, de redes sociales  y de tantas distracciones que tenemos a diario. Creemos que cualquier cosa que nos pase es amor. Confundimos el amor, con pasión, con sexo, con regalos y rosas, con declaraciones por facebook y que no te deje en visto en whatsapp.
El amor va más allá de eso, va de compromiso y de respeto, de querer ser mejor persona por el otro y admirar al otro más que a nadie, no se trata de ser perfectos o de nunca pelear o de siempre estar de acuerdo, si no de aceptarse y de quererse tal como se es.
Con Gerardo ha valido la pena cada día, porque esta hecho para mi, yo se que es la persona que Dios eligió para mi, no pudo ser otra. No pude estar con nadie más.
Me empuja a ser mejor siempre, me ha dicho que las alas me las hago yo sólita y que puedo volar a dónde yo quiera, nunca en los 8 años que tenemos juntos me ha prohibido algo o me ha dicho que no puedo hacer algo. Me apoya en todo lo que quiero hacer.
El otro día escuche que se puede saber los años que lleva una pareja junta por la cantidad de palabras que intercambian, entre menos palabras, más años. Nosotros llevamos ya varios años y siempre tenemos algo que decirnos, el me habla de medicina y yo le hablo de minería y metales, Hablamos de capitalismo y comunismo, de libros y series, de moda y de música, de las guerras mundiales y de las guerras locales. Es perfecto para mi, no pudo haber sido nadie más.
Lo encontré, así de sencillo. Se que las cosas van a seguir costando trabajo, que seguiré llorando y desesperando como al principio, pero él estará ahí, para contrarrestar mi negatividad y decirme que todo va a estar bien.

Solo me queda dar gracias a Dios por él: Señor, gracias por haber hecho un Gerardo Márquez Rodriguez perfecto para esta Ofelia Anais Martínez.

Abajo, una canción que describe todo lo que pasa para que dos personas destinadas a estar juntas, se encuentren.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Que hacer cuándo no sabes que hacer.

de moda y otras perversiones

Te amo México!